Escucha esta nota en audio
Locución: laura puentes
Era un día como cualquier otro. Iván se preparaba para darse una ducha y por la noche salir con sus amigos a divertirse. Todo transcurría con normalidad, preparó su ropa, prendió la televisión de su cuarto para escuchar un poco de ruido mientras tomaba el baño, entró a la regadera y, en un instante confuso, cayó y ya no pudo levantarse.
Mientras estaba ahí luchó con todas sus fuerzas para no dormirse, y durante ese lapso imaginó varias cosas. “La fuerza para no llegar a dormirme me hizo imaginarme muchas cosas, como por ejemplo platicar con Dios sobre qué era la luz blanca que yo veía. Yo hablaba conmigo mismo creyendo que hablaba con Dios”.
Semi inconsciente pudo abrir la regadera con su mano derecha, ya que su parte izquierda estaba totalmente dormida, no la sentía, y de esta manera logró que se vaciara toda el agua de la cisterna, así sus papás se dieron cuenta que él estaba en su cuarto, ubicado en el fondo de la casa.
“Ellos pensaban que yo estaba trabajando porque la luz estaba prendida, hasta que se dieron cuenta que el agua estaba chorreando de mi cuarto. Mi papá entró al cuarto y me trató de ayudar, hasta que le dije que no podía levantarme, y mi hermano me ayudó. Mi hermano es médico”, cuenta Iván Corpus.
Sin embargo, aún desconocía que le había pasado. “Yo creía que me había desmayado porque en mi inconsciencia no creía que hubiera perdido la conciencia”.
En el seguro social le hicieron una tomografía y ahí fue cuando descubrieron que Iván había sufrido un derrame cerebral.
Una despedida postergada
“Yo escuchaba de lejos porque no estaba inconsciente, según yo. Solo escuchaba que decían ‘no va a sobrevivir’. En eso le pasaron las tomografías a mi hermano y él le dijo a mi mamá que se despidiera de mí. Ya solo escuché que me iban a entubar y como estaba pasando lo del COVID, pensé que la entubación es prácticamente que te vas a morir. Pero ya en mi estado como paciente dije: Ya que pase lo que tenga que pasar”.
Corpus, como lo conocen sus amigos, trataba de no quedarse dormido porque recordaba lo que había platicado con Dios mientras estaba en el baño. “Le dije: ‘Espérame porque tengo unos pendientes que hacer’. Y si me muero durante la intubación me voy a quedar con los pendientes. Eso me hacía no dormirme”.
Sin embargo, la situación era tan delicada que los doctores hicieron que su mamá entrara para despedirse. “Incluso a mi mamá yo le dije: ‘Nada más quiero que vayas a mi cuarto y me saques esta ropa blanca y cuando me incineren quiero que esparzan mis cenizas en este lugar’. Yo en ese momento planee toda mi muerte”, expresa Iván.
Ya hasta que vio a su mamá tranquila, fue cuando se durmió.
Al despertar, Iván notó que varios doctores rodeaban su cama y que comentaban con su madre la posibilidad de entubarlo para pasarlo al área de terapia intensiva. Pero su hermano contrató a un neurólogo y este le dijo que no era necesario intervenirlo quirúrgicamente, porque si lo hacían podría morir. Hasta ese momento el derrame ya había hecho daño.
“Lo que se les hacía raro era que yo hubiera sobrevivido, porque dicen que lo más importante de un derrame es que accionen los médicos rápido para evitar que te mueras”, cuenta Corpus.
Después de despertar, la única secuela que tenía era que la parte izquierda de su cuerpo no se movía.
Todo empieza por la actitud
Iván Corpus Lozoya estudió la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Lasalle Laguna. En el año 2005 se fue a estudiar Cinematografía en Morelia. Al regresar, entre el año 2006 y 2007 se dedicó a realizar cortometrajes y producciones audiovisuales de manera independiente.
En el año 2007 comienza a trabajar en El Siglo de Torreón, en una nueva área que se llama “video-periodismo” y al mismo tiempo se creó la plataforma digital del periódico. En esta empresa de comunicación trabajó por 14 años.
“Los últimos dos años, aunque ya tenía un puesto como jefe de información, fueron los de mayor estrés laboral. Renuncié en el 2021 y estuve trabajando de manera independiente hasta que, en noviembre del 2022, un día me metí a bañar y ya no pude levantarme, me dio un derrame cerebral. Duré ahí 12 horas en el baño, en lo que alguien se fijaba que yo estaba desmayado”.
Luego de renunciar a El Siglo de Torreón, Iván Corpus llevó una vida más activa, empezó a ir al gimnasio, al nutriólogo, estaba en clases de natación y estaba estudiando gastronomía e inglés, y consiguió un trabajo que le daba más oportunidades de tener tiempo libre. “Yo llevaba una vida más sana”.
Según el Laboratorio de Aplicaciones Interactivas para la Neuro-Rehabilitación, el Evento Vascular Cerebral (EVC) es una enfermedad ocasionada por un problema circulatorio en el cerebro y las consecuencias pueden variar, dependiendo del lugar y del tamaño de la lesión. Estas secuelas pueden ser de tipo motor, sensitivo, cognitivo y emocional.
Para Iván, era de suma importancia tomar terapia física, pero a la par sabía perfectamente que su actitud ante esta situación sería fundamental para salir adelante. “En todo esto, para empezar, es la actitud. Porque yo sabía que si me deprimía ya no iba a levantarme. Si mi mamá se sacrifica por mí, por qué yo no puedo sacrificarme por mí mismo”.
La terapia emocional formó parte de todo el proceso y a la par contó con el apoyo de su familia.
Una lucha por sus derechos
A consecuencia de las secuelas del derrame cerebral Iván dejó de trabajar. Así empezó el proceso de la pensión por discapacidad. “Aun así me tuve que pelear con medio mundo, porque para ellos yo podría estar funcional. Agradezco que me vean funcional, pero no puedo hacer lo de antes”.
Además, las condiciones no son las mejores, porque en El Siglo de Torreón en los últimos años empezó a poner outsourcing, por esta razón si lo jubilan va a estar con lo mínimo de la pensión.
“Yo estuve en puras empresas que estuve en lo mínimo y fueron los años de mayor productividad, tanto para la empresa como para mí. Y no me arrepiento de haber trabajado en El Siglo de Torreón porque eso me fortaleció y soy lo que soy ahorita, pero en la parte de los derechos laborales sí digo: “Ah no, qué mala onda”. Hoy sí lucho por mis derechos, ahora en esta parte de mi inclusión lucho por mis derechos laborales”.
La parte periodística nunca la perdió, incluso en la cama Iván mandaba notas a los compañeros de los antiguos trabajos, donde les compartía información de los compañeros enfermos que tenía en las habitaciones, de esta manera también mantenía su mente activa.
La búsqueda de trabajo ha sido ardua. Sin embargo es difícil encontrar buenas oportunidades para personas con discapacidad. “Sí puedo trabajar, pero no con las mismas condiciones de antes”, enfatiza Corpus.
Así estuvo durante un año y medio trabajando de manera temporal hasta que ex compañera de universidad lo invitó a trabajar en su escuela de programación neurolingüística en el área de marketing digital.
“Empecé a ayudarle y quería que fuera a la oficina, pero lamentablemente por mi condición la oficina no está en condiciones para personas como yo. Simplemente no puedo estar sentado en una silla normal. Hablé con ella y sigo trabajando hasta ahora. Hago home office, eso me da tiempo de hacer otro tipo de cosas”.
A la par, también está colaborando con un medio digital que se llama Contravía, donde Corpus se encarga de hacer entrevistas para políticos y empresarios. “La experiencia que yo tuve en El Siglo la estoy trayendo para acá en coordinar la parte editorial. Desde mi casa, voy de repente a la oficina, pero no tengo un horario como antes. Les dije que mi prioridad es la rehabilitación y las citas con el Seguro Social. Ese tipo de detalles que otras empresas no te van a tener en consideraciones”.
Al buscar en una bolsa de trabajo digital, según Iván, ha sido muy complicado que empresas se fijen en su CV. “Yo modifiqué mi curriculum, tuve que poner en mi descripción que soy una persona con discapacidad motriz, para que vean quien soy”.
Por esta razón Iván se ha creado sus propias oportunidades laborales con sus amigos y contactos, porque ha buscado trabajo y no le han dado la oportunidad.
“No puedo hablar de manera general, pero, al menos en las empresas que he tratado de buscar es nula. Es nula o no las hay, acá con mis amigos nos hemos adaptado a buscar la manera más practica de acceso a sus empresas, pero realmente todavía no. Estamos todavía en pañales en ese sentido. Incluso, también las vialidades, porque caminar por las banquetas de Torreón para mí es como un campo minado. Por mi condición simplemente para mí subir un bordito es un mundo”, dice Iván Corpus.
La historia de Iván es una de tantas historias de personas que a raíz de un EVC sufren discapacidad y están en la búsqueda de oportunidades laborales más inclusivas o luchan por obtener una pensión por parte del Seguro Social.