Lorena y los sueños que llegan a la Luna

Lorena Rojas siempre tuvo los pies en la Tierra, pero su mirada apuntaba a las estrellas. Desde niña, le gustaba observar el cielo nocturno, imaginar mundos lejanos y preguntarse: "¿Cómo será viajar por el espacio?"

Por: Gerardo Romo

Lorena Rojas siempre tuvo los pies en la Tierra, pero su mirada apuntaba a las estrellas. Desde niña, le gustaba observar el cielo nocturno, imaginar mundos lejanos y preguntarse: “¿Cómo será viajar por el espacio?”

Un día, su maestra le habló de los astronautas y de cómo exploraban el universo en naves espaciales. Fue entonces cuando Lorena supo que quería ayudar a la humanidad a llegar más lejos en el cosmos.

Con el tiempo, Lorena se convirtió en una astronauta análoga, alguien que entrena en la Tierra en condiciones parecidas a las del espacio. Diseñaba simuladores de estaciones espaciales, preparaba experimentos y ayudaba a los astronautas a entrenarse antes de sus misiones.

Los niños y niñas siempre le preguntaban:

—¿Has visto ovnis?

Y ella respondía con una sonrisa:

—¡Claro! Un ovni es un objeto volador no identificado. He visto muchos en el cielo. A veces son aves, aviones o cosas que no sabemos qué son. Pero eso no significa que no existan.

Lorena pasaba días enteros en misiones de entrenamiento, viviendo como si estuviera en el espacio: con horarios exactos, raciones de comida medida y sin poder salir al aire libre. Lo que más extrañaba era sentir el sol en su rostro y abrazar a sus dos hijas, Constanza y Valeria.

Pero ella sabía que su trabajo era importante. Gracias a sus investigaciones, los astronautas podían comer mejor en el espacio. Ahora podían llevar burritos y tacos en sus misiones, algo que nunca antes había sido posible.

Un día, Lorena fue elegida para participar en un proyecto muy especial: ayudar a Christina Koch, la primera mujer que viajaría a la Luna en la misión Artemisa II. Su trabajo era diseñar hábitats y sistemas que permitieran a los astronautas vivir y trabajar en la Luna por más tiempo.

Mientras tanto, sus hijas seguían soñando. Valeria quería ser astronauta como su mamá, y Constanza tenía una idea diferente:

—Yo construiré la nave que llevará a mi hermana al espacio.

Lorena sonrió con orgullo. Sabía que los sueños podían hacerse realidad con esfuerzo y dedicación.

Miró al cielo estrellado y susurró:

—Vamos a la Luna porque queremos descubrir lo desconocido. Pero nunca olvidemos cuidar nuestro hogar: la Tierra.

Y así, con los pies en la Tierra pero la mirada en las estrellas, Lorena siguió trabajando para que la humanidad llegara más lejos.