El Dragón de Coahuila: el descubrimiento de Mexidraco

Entre el polvo del desierto y la pasión de los científicos, el dragón de Coahuila regresó a la vida, no para caminar nuevamente sobre la Tierra, sino para habitar la imaginación de todos aquellos que sueñan con explorar el pasado.

Por: Isela Cerecero

En un rincón seco y polvoriento de Coahuila, donde el viento soplaba entre las colinas y el sol pintaba todo de dorado, un grupo de científicos y exploradores buscaba tesoros escondidos en la tierra. No eran tesoros de oro ni de joyas, sino algo mucho más valioso: huellas del pasado de nuestro planeta.

El profesor Claudio de León Dávila, con su sombrero de ala ancha y un pincel en la mano, se inclinó sobre unas rocas. “Aquí hay algo”, dijo con voz emocionada. Bajo el polvo, asomaban fragmentos de huesos antiguos. No eran simples rocas: eran los restos de un dinosaurio que había vivido hace millones de años.

El equipo de paleontólogos se reunió en el sitio. Con herramientas especiales empezaron a excavar con mucho cuidado. Cada día descubrían un poco más: una garra, un hueso de la cola, parte de una cadera. Finalmente, encontraron algo sorprendente: los huesos de una mano extraordinariamente larga.

“¡Este dinosaurio tenía manos gigantes!”, exclamó la doctora Belinda Espinosa.

Ilustración: Carolina Robles

Los científicos llevaron los huesos al laboratorio y comenzaron a estudiarlos. Limpiaron cada pieza con delicadeza y compararon su forma con otros dinosaurios conocidos. Con el paso del tiempo, se dieron cuenta de que habían encontrado algo completamente nuevo: un dinosaurio diferente a todos los demás.

“Lo llamaremos Mexidraco longimanus, el dragón mexicano de manos largas,” anunció la doctora Claudia Serrano Brañas, quien compartió su relato en la página de GeoXplora.

Este dinosaurio pertenecía al grupo de los ornitomimosaurios, conocidos como los “dinosaurios avestruz” por su apariencia. Sin embargo, Mexidraco era especial. Tenía manos más largas de lo normal y sus patas eran más cortas, lo que indicaba que quizá no corría tan rápido como otros de su familia. Además, los sedimentos que rodeaban sus huesos sugerían que había vivido en una zona cercana al mar, un dato curioso y distinto a otros ornitomimosaurios.

Ilustración: Carolina Robles

Después de muchos años de trabajo el descubrimiento fue publicado en una revista científica y Mexidraco longimanus se convirtió en el primer ornitomímido descrito oficialmente en Coahuila. Su esqueleto fue exhibido en un museo, donde niños y adultos podían maravillarse con su historia.

“Cada hueso cuenta una historia”, dijo el profesor Claudio a un grupo de estudiantes que visitaban el museo. “Mexidraco nos habla del pasado de nuestro planeta y nos recuerda que siempre hay más por descubrir.”

Así, entre el polvo del desierto y la pasión de los científicos, el dragón de Coahuila regresó a la vida, no para caminar nuevamente sobre la Tierra, sino para habitar la imaginación de todos aquellos que sueñan con explorar el pasado.