TEMPORADA 3 / EPISODIO 2
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Quería cambiar el mundo y ahora enseña literatura y ciencia a niños y niñas
Mariana Valeria Ayala es responsable de programas de fomento a la lectura en la editorial de la Universidad Autónoma de Sinaloa, es promotora de lectura en el Instituto Sinaloense de Cultura y cuenta con un proyecto personal llamado Arrullos de Papel, donde trabaja el fomento de la lectura con la primera infancia.
En su adolescencia quería salvar el planeta y pensaba en estudiar una carrera que ayudara a poder salvar el medio ambiente o hacer aliados, contaba con grupos de lectura con niños. Sentía que no servía estar aprendiendo sin compartir,
Su formato de taller cuenta con los ejes principales del fomento a la lectura y el cuidado del medio ambiente. Toma revistas, libros, textos de divulgación científica y de diversidad animal; esas lecturas las mezcla con historias que están hechas para niños, para ir formando aliados que amen los libros y que se preocupen por el ambiente.
Cuéntanos sobre tu experiencia como mediadora
Creo que determinó mucho que yo fuera adolescente y que tuviera muchas curiosidades.
Yo empecé en la mediación de lectura a los 16 años, me gustaba mucho leer, pero no era tan buena compartiendo lecturas.
Cuando salió la invitación para formar parte del Diplomado lo vi, pero decía que debía tener 18 años y no me sentí tan animada, la que me animó fue mi mamá, así como de: “Ve a ver qué sale”. Llegué y había mucha gente grande y yo decía: “Aquí está lleno de maestros, aquí está lleno de gente adulta, que voy a hacer yo acá” y me daba pena, pero tenía muchas ganas de aprender.
Fue por fortuna Vivianne Thirion la que dio el primer módulo y dijo: “Ahí tú quédate, quédate y ya que salgas vas a tener la edad y no te van a poder decir nada”. Y a raíz de eso me enamoré más de los libros, nunca lo había visto como algo a lo que me pudiera dedicar, pero afortunadamente me marcó demasiado y aquí ando compartiendo.
Fuiste de las más jóvenes, ¿qué edad tenías?
Yo tenía 16 años y sí, era la más chica del grupo.
En el estado de Sinaloa era la mediadora más pequeña, de todos los municipios a lo largo del Estado, yo era la que tenía menor edad, creo que los que seguían de mí tenían unos 25 años o algo así, me llevaban por bastantes años.
A esa edad, ¿qué era lo que leías?, ¿cuáles eran tus lecturas habituales?, ¿cuáles fueron las primeras lecturas?, ¿cómo llegaron los libros a tu vida?
A mi vida llegaron los libros por mi papá, él me compraba muchos libros para colorear, un montón. Yo tenía una colección de libros para colorear y que me importaban las palabras, el amor por las palabras fue gracias a él, porque él acostumbraba a contarnos historias, inventaba las historias y hacía la labor de mediador de lectura conmigo y con mi hermana, de ahí fue como nació el gusto. Pero he de decir que llegó un momento en que me alejé de los libros, no me encantaba ni me llamaban la atención, los leía porque él (mi papá) llegaba y me los regalaba, pero yo lo hacía como algo que debía cumplir porque mi papá me regaló el libro, no tenía tanto gusto.
En la prepa, me acuerdo que me empecé a enviciar, llegó con unos libros que eran sobre La Leyenda de Camelot, el primer libro tenía que ver con el Grial no me acuerdo el nombre, lo leí y recuerdo muy clarito la primera página, decía que olía a excremento. Bueno, fue de las primeras, pero me acuerdo que olí, estaba tan metida que lo olí, me sorprendí demasiado y nunca se me va a olvidar porque dije: “cómo puedo llegar a imaginar y sentir ese asco por lo que huele en lo que me está diciendo el libro” y así me quedé con el libro.
El segundo era El Escudo de Runas, creo. La historia seguía la trama y ya me tenía atrapada, ya no era si quería seguir o no con la lectura, porque incluso si no me gustaba ya tenía el compromiso de querer leerlo y también estaba enamorada de los personajes. Me acuerdo que estaba enamorada de Lancelot, me lo imaginaba como un caballero genial y a Ginebra la más hermosa del mundo.
Y resultó más interesante aún porque no me regaló el tercer libro, se perdió, no sé qué pasó, no había, no encontré aquí en Culiacán. En un viaje que tuve a Ciudad de México no lo encontré en varias librerías y al final en una Porrúa me dijeron: “tenemos el último”. Me acuerdo que había ahorrado dinero, no era suficiente porque el libro costaba como $500 pesos, entonces me tuvieron que completar, creo que por eso también me quedé más firme de conseguirlo. “Yo lo voy a leer, voy a terminar esta saga” y así fue como me fui metiendo en la fantasía.
Después, llegó con un libro que se llama El Nombre del Viento que es de otra saga de asesinos de reyes, es de Patrick Rothfuss y pasó algo similar; leí el primero, el segundo y el querido autor no ha sacado el tercer libro, los volví a leer como tres veces porque según anunciaba el tercer libro y nunca llegó.
Así fue como gracias al género de fantasía me quedé en la lectura, empecé a leer mucho de fantasía y tuve un gran problema con mi padre, que le encantaban los clásicos y me decía: “los tienes que leer”, pero yo decía: “no me nace, no es la literatura que a mí se me antoja leer”.
Era lo que estaba leyendo en ese momento (fantasía) cuando salió el Diplomado para Mediadores de lectura, me acuerdo cuando nos preguntaban que estábamos leyendo y todos decían que leían a García Márquez o a los grandes autores, yo sentía feo, porque no todos leían fantasías y decía yo: “ay no, qué vergüenza”, luego me empecé a dar cuenta que también los mismos compañeros siendo grandes, tal vez, lo veían tierno, como es pequeña se le permite que lea fantasía, pero también les enriquecía a ellos porque había muchos autores mexicanos y latinoamericanos y no todo era de fantasía. También daba otro giro a las experiencias.
Define fantasía fantástico y real maravilloso.
Fantasía me refiero a todos los libros (que así los englobo), que tienen seres que no son reales; donde hay magia, donde ves todas las historias del Rey Arturo o Camelot, tienen dragones y caballeros, una espada súper poderosa, seres mágicos, seres que no son normales para nosotros.
Lo maravilloso, no sé separar por géneros, no soy tan específica. Creo que podría meter ahí todos los clásicos como de los de Andersen, no sé cómo explicarlo.
Es curioso, he tomado muchos cursos donde separan los géneros, pero al final no les hago caso. Yo termino diciendo que todo para mí, cuando vienen seres o cosas que no son reales, es fantasía.
Seguiste contando historias y enseñándole a niños, ¿cómo llega la divulgación de la ciencia a tu vida?
Había cosas que a mí me interesaban mucho en mi adolescencia, quería salvar el planeta y decía: “Tengo que estudiar una carrera que me ayude a eso, a cómo puedo salvar el planeta o hacer aliados”, entonces me decidí por la biología. Tuve un muy buen maestro de Biología en la prepa que ayudó mucho a que me decidiera por la biología y no por las letras.
Yo tenía grupos de lectura con niños, justo porque me sentía más cómoda con ellos que con adultos. Me había tocado sentir este rechazo de querer llevar una sesión de lectura con personas mayores que yo, pero me veían así de: “ah, está muy chica”, entonces me sentía mal, siempre me he sentido más cómoda con niños. Y pensaba: “de qué sirve que esté aprendiendo tanto si no estoy compartiendo”, entonces muchos de los libros que yo tenía sin darme cuenta, tenían que ver con animales, plantas y buscaba también cosas de la región.
Cuando empecé a dar talleres más formales en ferias, en una FeliUAS (Feria del Libro de la Universidad Autónoma de Sinaloa), también en una feria en Palos Verdes, me encargaron hacer mi formato de taller como tal y las líneas por las que iba era por el fomento a la lectura y quería meter el cuidado del medio ambiente, entonces empezó por ahí mi inquietud de querer salvar al mundo.
Ahora lo que estoy haciendo, especializada en Primera Infancia, es formar lectores de edades tempranas y como no hay ciencia como tal para ellos o no hay muchos que compartan la ciencia, lo que yo hago es agarrar de todo, desde revistas, libros, divulgación científica o que simplemente hablen de diversidad de animales. Yo acoto esas lecturas o las mezclo con historias que están hechas para ellos, justo para ir desde ahorita formando aliados que amen los libros y que se preocupen por el ambiente.
¿Qué edades abarca la primera infancia? escuché que hay pocos mediadores en primera infancia.
La primera infancia, mis compañeras y yo aquí en Sinaloa, manejamos de 0 a 6 años, pero hay otros que la abarcan hasta los 8, yo me quedo hasta los 6.
Sí hay muy pocos, de hecho, aquí en Sinaloa somos tres las que lo hacemos desde hace un par de años, más formalmente Meche Cadena en Mazatlán y Carla Montiel en Guasave. Se que hay en otras bibliotecas mediadoras que se están acercando más a esto, justo porque es una población a la que no se le considera que entienda o que pueda tener acceso.
¿Cómo es un taller contigo?, en las instalaciones de la feria hay en las paredes de los stands dibujos de niños; hay patos, colibríes, lagos.
Este taller se llama A Volar y sí hay muchas aves, justo de ahí viene que siempre meto algo que tenga que ver con la naturaleza, nuestro entorno. El taller en sí es sobre cultura de paz y una de las figuras que representa la paz es la palomita, en este taller les invito a que dibujen cualquier ave, la que quieran, porque algo que coincidimos es que si vemos un ave la relacionemos con la libertad.
El taller es venir no solo a que les lea, se trata de que los que vienen compartan lo que piensan, me gusta mucho abrir el diálogo. Para eso son estos espacios, los niños y las niñas tienen muchísimo que decir y tienen sus ideas sobre lo que es la paz, la violencia, sobre un mundo en el que se respetan sus derechos. Por eso ves las paredes llenas de hojitas, los invito a que dejen aquí ese cachito de ideas y no nada más la misma palomita, cualquier ave es bienvenida, cualquier mensaje es bienvenido. La idea es que todo lo que tenemos lo compartamos con los demás y es válido que dibujen, escriban o como ellos se sientan
Algo de lo que hablamos en este taller es que, aunque todos somos diferentes, terminamos siendo iguales porque somos humanos y tenemos el derecho a todo, todos y todas. Por eso cargaba un quetzal y una guacamaya, porque empezábamos hablando de si eran diferentes o no estas aves, que al final de cuentas son aves porque tienen pico, plumas y vuelan. En el caso de nosotros, somos humanos, tenemos diferente color de piel, tal vez diferente acento, no venimos de donde mismo, pero somos humanos y todos tenemos los mismos derechos.
En este momento ¿dónde trabajas?, ¿dónde te encuentra la gente?, ¿qué estás haciendo?
Soy responsable de programas de fomento a la lectura en la editorial de la Universidad Autónoma de Sinaloa, estoy como promotora de lectura en el Instituto Sinaloense de Cultura y tengo un proyecto personal que se llama Arrullos de Papel, que es donde trabajo el fomento de la lectura con la primera infancia.