La relación de los humanos con la naturaleza ha sido problemática en muchos aspectos. No cabe duda que varios problemas, desde la reducción de la biodiversidad hasta el calentamiento global, tienen que ver con la acción del hombre sobre su entorno.
México no es ajeno a la intervención negativa de las personas sobre la naturaleza. En nuestra vida cotidiana muchas plantas y animales son empleados bajo la creencia de propiedades curativas, por ornamento o por razones tan increíbles como la brujería o el uso de drogas recreativas.
Por lo tanto, muchas especies han pasado a estar amenazadas o directamente en peligro de extinción y cuentan con protección especial por parte del gobierno. ¿Cuáles son algunas de ellas?
Cactus ornamentales
Es bastante conocido que el famoso Cerro de las Noas de Torreón, Coahuila debe su nombre a una pequeña especie de agave (Agave victoriae-reginae, subespecie swobodae) que era muy común en el cerro que hoy alberga al Cristo de las Noas y el Teleférico. Sin embargo su belleza llevó a que haya desaparecido casi por completo del lugar, así como de otros como el Cañón de Fernández y el Cañón de Jimulco.
Según la Norma Oficial Mexicana 059 de la SEMARNAT, la noa se clasifica en peligro de extinción, por lo que a la persona que se detecte transportando un ejemplar, sin comprobar la procedencia de un vivero con un documento, pueden meterse en problemas legales.
Otro caso parecido es el bonete de obispo (Astrophytum myriostigma) que también es muy valorado como planta de ornato y que se encuentra incluido en la misma NOM bajo la categoría de amenazado.
Plantas para expandir la conciencia
Muchas personas que están en busca de “expandir la conciencia” o son aficionados al uso de drogas recreativas han encontrado en muchas especies una experiencia alucinógena gracias a sus propiedades naturales.
Si bien pueblos originarios como los wirkuta (huicholes) ya usaban el peyote (Lophophora williamsii) de manera sustentable en sus rituales religiosos, la intervención de personas ajenas al pueblo en búsqueda de experiencias recreativas han llevado a que estos cactus sean ahora una especie sujeta a protección según la NOM 59.
Más recientemente también ha crecido el uso de la ayahuasca, una mezcla preparada a base de las plantas Banisteriopsis caapi (yagé, ayahuasca) y la Psychotria viridis (chacruna), que en conjunto genera efectos alucinógenos a causa de la presencia de la molécula DMT.
Este producto de la medicina amazónica se encuentra en un estatus ambiguo en México (en otros países ya se encuentra expresamente prohibido) pero es cada vez más solicitado por personas que buscan una experiencia “mística” o de autodescubrimiento, muy alejado de los rituales tradicionales sudamericanos donde surgió.
Animales para brujería
A lo largo del mundo hay numerosos ejemplos de cómo las creencias “mágicas” de la gente son la amenaza de muchos animales. En algunos lugares de China y Vietnam se le atribuye al cuerno de rinoceronte pulverizado propiedades medicinales y milagrosas. Algunas especies de tortugas también están al borde de la extinción porque, en parte, los taiwaneses creen que puede curar el cáncer. El uso de búhos en la magia negra y la brujería es uno de los principales factores para el comercio encubierto de estos animales en India. Y así nos podemos seguir.
Sin ir más lejos, el colibrí, esa preciosa ave tan presente en el imaginario prehispánico, está en riesgo en México debido a los “amarres” que se hacen para conseguir pareja. Para realizar estos ‘amarres de amor’, los brujos o chamanes suelen meter a una hembra colibrí y un macho en una bolsita de color rojo, les vierten miel y amarran la bolsa.
Así, con estos ejemplos podemos darnos cuenta que el uso de especies con fines ornamentales, recreativos o “mágicos” es una más de las amenazas que se ciernen sobre la biodiversidad. Hacer un uso responsable e informado de los recursos naturales nos puede ayudar a conocerla mejor y a respetar el frágil equilibrio que representan.