“Inevitables, golosas, vosotras, moscas vulgares me evocáis todas las cosas”, dice un poema de Manuel Machado que alguna vez puso música Joan Manuel Serrat. Y es que pocos animales tienen tan mala fama y a la vez son tan necesarios como esos molestos insectos que revolotean cada tanto por nuestras casas.
Mosca es el nombre común de distintas especies de insectos voladores del orden de los dípteros. Se sabe que son sucias, molestas y transmiten enfermedades, pero la realidad es que también cumplen una misión importantísima al reciclar materia orgánica en descomposición y mantener el equilibrio ecológico del planeta.
Patricia Ramos Morales, del Banco de Moscas de la Facultad de Ciencias de la UNAM, mencionó explicó a la Gaceta universitaria que sin ellas habría un caos ecológico al acumularse la materia en descomposición en cantidades inimaginables.
Aunque algunas moscas comen frutas y verduras en descomposición, otras se encargan de los cadáveres, y muy pocas comen seres vivos. Cada una tiene una función y no compiten entre ellas mismas. Las moscas que comen material vegetal existen desde hace 150 millones de años, y se han identificado más de 27 mil especies del género Drosophila.
Un diseño especializado.
Lo que más molesta al estar en presencia de moscas es su constante zumbido al pasar volando frente a nuestras narices. Pero su vuelo es producto de una evolución sofisticada y novedosa que ha asombrado a los biólogos.
Su segundo par de alas es un órgano de equilibrio para moverse, y además esos ojos tan famosos que a mucha gente pueden parecer intimidantes, les permite detectar su alimentos o animales muertos a gran distancia. Por no hablar, por supuesto de la habilidad que tienen para ver y esquivar el periódico doblado con el que intentamos aplastarlas.
“Su función es regresar esta energía al ambiente para que se recicle y ocupe otras formas de vida”, comenta a la Gaceta la investigadora Ramos Morales.
También son sensibles al cambio climático
Aunque muchas veces nos molesten y pensemos que son una especie de plaga, la realidad es que las moscas, como otros insectos, también son sensibles a los cambios que ha traído el calentamiento global, ya que puede terminar afectando su labor ecológica.
Por ejemplo, con temperaturas muy elevadas se reduce su fertilidad y provoca una modificación en la distribución geográfica de las especies. Al estudiarlas, los científicos evalúan cómo cambia el medio ambiente con respecto a los seres vivos.
Gracias por el chocolate
No todas las moscas se concentran en alimento en descomposición, hay unas especies de los dípteros que ayudan a la polinización de muchas plantas. Una de ellas, una variedad de jején, poliniza la planta del cacao, según explicó la investigadora Erica McAlister, del Museo de Historia Natural de Londres, al New York Times.
McAlister es autora del libro The Secret Life of Flies (La vida secreta de las moscas) donde nos revela algunos de estos datos que para mucha gente son desconocidos. Por lo que sí, el chocolate, uno de los alimentos que nuestro continente dio al mundo, podemos agradecerlo a una pequeña especie de mosca.
Si bien no te vamos a decir que adoptes una mosca como mascota, ni que promuevas su proliferación en casa, sí te podemos afirmar que este molesto insecto cumple una función importantísima en la naturaleza, por lo que valorar su existencia es un buen punto de partida.