Luego de un año de pandemia, ha quedado claro que los interiores son los espacios de mayor riesgo para propagación del virus, pero muchas veces se cuenta con medidas insuficientes para prevenirlo.
Por: Laura Puentes
El 2020 fue un año lleno de cambios sociales por el Covid-19. Mientras en años pasados podíamos asistir a lugares tan cotidianos como un salón de clases o la oficina, ahora estos sitios se han vuelto de alto riesgo infeccioso.
Aunque todos los seres humanos hemos atendido medidas sanitarias y de distanciamiento social, los interiores son sitios más peligrosos que el aire libre, ya ahí se concentran los aerosoles contagiosos, las partículas virales en suspensión que se emiten al hablar, cantar o respirar.
El CO2, indicador de peligro
Durante la pandemia, se ha demostrado que los interiores mal ventilados son los entornos que generan mayor peligro de contagio, porque las partículas con virus pueden quedarse en suspensión hasta que alguien las respire.
Aunque no se tiene un aparato que advierta de la presencia de virus en el aire, se cuenta con un indicador de la calidad de ese aire: el dióxido de carbono (CO₂). Esto quiere decir que a mayor concentración de ese gas, que expulsamos al respirar, peor es la ventilación de la estancia. Esta simple medición permite saber si esa habitación está cargada de aire exhalado por otras personas o si está bien ventilada, lo que reduce drásticamente el riesgo.
Una de las mejores formas de evitar riesgos es dejar ventanas abiertas unos centímetros en casas, oficinas y escuelas. En el caso del auto, al conducir con la ventanilla abierta se genera una ventilación cruzada que renueva el aire constantemente.
¿Funcionaría en la escuela?
A muchos les preocupa cómo será el regreso a las escuelas, no solo por estar tanto tiempo sin clases presenciales, sino por el hecho de que los salones son lugares que pueden ser un foco de infección al no tener una ventilación adecuada.
Las mediciones en más de 20 centros educativos españoles demuestran que en los espacios cerrados el riesgo de contagio es bajo cuando la ventilación es constante, natural o mecánica.
La Escuela de Salud Pública de Harvard publicó en el verano del 2020 una guía para la reapertura de los colegios, que se convirtió en referencia, en la que señalan que los medidores de CO₂ son una pieza clave para calcular la calidad del aire de las aulas. Así mismo la Organización Mundial de la Salud difundió su propio manual detallado para lograr una ventilación adecuada contra el Covid-19.
Sin embargo, los expertos reclaman que se preste especial atención a las necesidades de los centros educativos, pues señalan que tienen bastante vulnerabilidad. Y también piden que se comunique de manera eficaz las ideas básicas sobre la transmisión del coronavirus y las medidas de prevención.
Científicos piden aplicar medidas
Un grupo de más de 100 científicos y sanitarios españoles creen que no se emplea lo suficiente este conocimiento sobre la ventilación en las zonas interiores de los lugares como medida para evitar el contagio del coronavirus.
“A pesar de la claridad de las conclusiones científicas, la implantación de estas medidas está siendo extraordinariamente lenta, y muchas veces se realiza de forma parcial o incorrecta”, escriben en una carta dirigida en marzo pasado a las autoridades españolas, que ha dado a conocer el diario El País.
Estos científicos plantean una serie de medidas, centradas en ocho líneas de actuación que deben ponerse “en marcha cuanto antes”. Ellos aseguran que todavía se está a tiempo de garantizar un despliegue generalizado de las medidas de prevención disponibles.
Además en la carta se centra en pruebas científicas, las cuales señalan el importante papel que tienen en los contagios los aerosoles, esas partículas con virus que quedan en suspensión y que pueden respirarse por otra persona.