Trinos en el desierto:
monitorear las aves
del Bolsón de Mapimí
AMONITE > 11 DE ENERO DE 2021
Foto: Reserva dela Biosfera Mapimí
Desde 2012 investigadores de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas han ido registrando la presencia y variación de aves que habitan en esta reserva que se encuentra en el vértice de los estados de Coahuila, Durango y Chihuahua. En su hábitat, la conservación de los pastizales resulta vital.
De la Zona del Silencio en México se cuentan muchas cosas. Las más fascinantes, acaso, tienen que ver en el cielo. En 1970 un misil de pruebas del ejército estadounidense -con una carga radiactiva de cobalto 57- se desvió de su ruta y fue a caer a este vértice del desierto mexicano, donde confluyen los estados de Coahuila, Durango y Chihuahua. Desde entonces se cuentan historias fantasiosas de anomalías magnéticas, brújulas que pierden su norte y señales de radio que no llegan a los receptores (de ahí su nombre tan peculiar).
La realidad, sin embargo, es más sencilla pero no menos fascinante. La Reserva de la Biósfera Mapimí, donde se encuentra la Zona del Silencio, fue establecida por decreto presidencial como zona de protección forestal en 1979. En el año 2000 fue declarada Reserva de la Biósfera como representativa de los ecosistemas del desierto chihuahuense.
Actualmente abarca un área de más de 300 mil hectáreas. Cerca del vértice de los tres estados se encuentra ahora el Laboratorio del Desierto, perteneciente al Instituto de Ecología federal, donde se realiza investigación ambiental de largo plazo.
En la Reserva de la Biósfera Mapimí se han registrado 403 especies de plantas, 39 especies de cactáceas, 5 anfibios, 36 reptiles, 200 especies de aves, así como 28 mamíferos. La tortuga del bolsón (Gopherus flavomarginatus) es su emblema, una especie que se encuentra en la categoría de peligro de extinción de acuerdo a la NOM-059-SEMARNAT-2010, y de la cual se realizan grandes esfuerzos para su conservación.
La riqueza de especies de aves en el Bolsón de Mapimí es evidente. Ahí encontramos especies residentes (que habitan la zona durante todo el año), especies que se encuentran ahí para pasar la etapa invernal y otras que están en tránsito en sus migraciones. Su importancia radica en sus interacciones ecológicas (polinización, control de insectos, dispersión de semillas) y en su valor económico para algunos grupos sociales (caza y comercio).
Contando aves en el desierto
Desde 2012 un grupo de investigadores de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas se ha dado a la tarea de realizar monitoreo biológico de las aves de la reserva, un método que permite conocer la dinámica de los ecosistemas y garantizar la conservación, el manejo y el aprovechamiento sustentable de la biodiversidad.
Aguililla de Swainson (Buteo swainsoni) especie sujeta a Protección especial (Pr)
de acuerdo con la Norma Oficial Mexicana 059-SEMARNAT-2010.
Foto: Alexandra Rubio
Los primeros resultados de este trabajo de largo plazo se publicaron en 2019 en la revista científica Huitzil (vol.20 no.2 Omitlán 2019), en el artículo “Monitoreo de aves en la Reserva de la Biosfera Mapimí“, generado por los investigadores Jaime Eliberio Hernández Martínez, Cristino Villarreal Wislar, Rodolfo García Morales, Samuel Mariano Guzmán, Édgar Nelson Ibarra Vázquez, Baldomero Ramos Peña, Sonia Paulina Barraza Morán y María Concepción Maldonado Amaya.
Para este trabajo se emplearon varios puntos de conteos de aves terrestres y acuáticas (entre 87 y 122 puntos a lo largo de la reserva) durante los años de 2012 a 2017, con dos mediciones cada año, en los meses de febrero y junio. Se utilizó el método de puntos de conteo de radio fijo. Además del conteo de aves, se realizaron estimaciones de la cobertura vegetal para así relacionar la presencia de aves con su entorno.
Entre 2012 y 2017 se registraron 149 especies. Tan sólo en 2017 fueron identificadas 95 especies, considerando dos temporadas de monitoreo, lo cual representa el 42 por ciento de las 224 especies reportadas por el Programa de Conservación y Manejo de la Reserva.
“La especie con el mayor número de individuos registrada durante los seis años fue el gorrión de ala blanca (Calamospiza melanocorys) con 4,553. Sin embargo para cada uno de los años de muestreo la especie más registrada varió siendo que en 2012 el gorrión de garganta negra (Amphispiza bilineata) presentó 177 individuos, en 2013 el pato cucharón norteño (Anas clypeata) con 408, 2014 el gorrión de ala blanca con 1,537, en 2015 la gallareta americana (Fulica americana) con 469, 2016 la paloma huilota (Zenaida macroura) con 154 y en 2017 otra vez el gorrión de ala blanca fue el más registrado con 2,642.”
Monitoreo de aves en la Reserva de la Biosfera Mapimí.
Gorrión ala blanca
Calamospiza melanocorys
Gorrión de garganta negra
Amphispiza bilineata
Pato cucharón norteño
Anas clypeata (Spatula clypeata)
Gallareta americana
Fulica americana
Entre las especies en riesgo, incluidas en la NOM-059-SEMARNAT-2010 se registraron 18 especies durante los 5 años del registro. Aquí hay que destacar un incremento durante las observaciones de febrero (3 especies en 2012 a 9 especies en 2017) y de junio (4 especies en 2012 a 6 especies en 2017
“Registramos la grulla gris (Grus canadensis) en todos los años de muestreo. Observamos el pato de collar (Anas platyrhynchos), el águila real (Aquila chrysaetos), la aguililla de Harris (Parabuteo unicinctus) y el gorrión sabanero (Passerculus sandwichensis) en 3 de los 6 años. Mientras que a la lechucita pocera (Athene cunicularia), la aguililla real (Buteo regalis) y el gavilán de pecho rufo (Accipiter striatus) la registramos en dos años. Otras especies que registramos en un solo año fueron el chipe de rabadilla amarilla (Setophaga coronata), el halcón mexicano (Falco mexicanus), el chorlito llanero (Charadrius montanus), el chorlito nevado (Charadrius alexandrinus) y el gavilán de Cooper (Accipiter cooperii).”
“En febrero encontramos especies como la grulla gris (Grus canadensis), el chorlito nevado (Charadrius alexandrinus), el gavilán de pecho rufo (Accipiter striatus), el chipe de rabadilla amarilla (Setophaga coronata) y el halcón mexicano (Falco mexicanus), los cuales no observamos en junio. Por otra parte, especies como el colorín de siete colores (Passerina ciris), la aguililla de Swainson (Buteo swainsoni), el búho cornudo grande (Bubo virginianus), y el vireo de Bell (Vireo bellii) sólo las observamos en junio.”
Monitoreo de aves en la Reserva de la Biosfera Mapimí.
Gorrión de siete colores (Passerina ciris) especie sujeta a Protección especial (Pr)
de acuerdo con la Norma Oficial Mexicana 059-SEMARNAT-2010.
Foto: Reserva de la Biósfera Mapimí
La importancia de los pastizales
El estudio de los investigadores de la Comisión Nacional de Áreas Protegidas nos permite conocer que la conservación y protección de los pastizales es vital para mantener la salud del ecosistema. La presencia de varias especies migratorias como los gorriones requieren de estas plantas que ofrecen buen hábitat y alimento. No es menor el dato de que los años en que se registró mayor cobertura vegetal también hay mayor cantidad de individuos y especies de aves.
Así, en la Reserva de la Biósfera de Mapimí se ha implementado un programa de restauración para mejorar la cobertura vegetal de la reserva, conservando y sembrando pastizales, eliminando arbustos y modificando los régimes de pastoreo de la región.
Pastizales en la Reserva de la Biósfera de Mapimí
Las Reservas de la Biósfera son áreas representativas de diferentes hábitats del planeta, y abarcan tanto ecosistemas terrestres como marítimos. Surgieron en todo el mundo como parte del Programa sobre el Hombre y la Biósfera de la UNESCO, en 1971. En México existen 42 reservas, y 6 de ellas también han sido nombradas Patrimonio de la Humanidad.
La Reserva de la Biósfera de Mapimí es una oportunidad inigualable de conocer mejor y proteger el hábitat del desierto chihuahuense, con la presencia de matorral xerófilo, pastizal y vegetación halófita, y con una diversidad de fauna que sigue siendo estudiada y custodiada por autoridades, investigadores y ejidatarios de la región.
Tal vez ya no caen misiles extraviados, y las historias de ovnis y brújulas que pierden su norte sean sólo materia de la ficción, pero cada mañana el cielo vuelve a recibir a cientos de aves con sus trinos, que nos hablan de la salud de un ecosistema con un delicado equilibrio que es necesario preservar.
Referencia
Hernández Martínez, J.E., C. Villarreal Wislar, R. García Morales, S.M. Guzmán, E.N. Ibarra Vázquez, B. Ramos Peña, S.P. Barraza Morán, M.C. Maldonado Amaya. 2019. Monitoreo de aves en la Reserva de la Biosfera Mapimí. Huitzil 20(2):e-507. DOI: https://doi.org/10.28947/hrmo.2019.20.2.437