Una cápsula del tiempo
con la música de la tierra
8 DE NOVIEMBRE DE 2017
En 1977 la NASA lanzó al espacio la sonda Voyager, y con ella un disco con los sonidos y la música más representativa de nuestro planeta. La idea es que en millones de años en el futuro llegue a los oídos de una inteligencia extraterrestre. En esta nota recuperamos la historia detrás de esa grabación.
POR: JOSÉ JUAN ZAPATA
Una llamada misteriosa
El teléfono sonó en la casa de Martin Williams, un especialista en jazz del Instituto Smithsoniano de Estados Unidos. Lo llamaba un equipo especial de la NASA. Y apenas si podía creer lo que le decían del otro lado del aparato:
-A ver si entendí bien, ¿me están llamando a casa un domingo a las once de la noche para preguntarme qué canción de jazz enviar al espacio?
Y no, no era broma.
Detrás del proyecto estaba una de los científicos más brillantes del siglo XX: Carl Sagan. Tal vez no lo recuerdas, pero puedes buscar en YouTube alguno de los capítulos del programa de televisión Cosmos. Fue un clásico de los años ochenta, que llevó los temas de ciencia a la pantalla de todos los hogares. En 2014 se hizo una nueva versión, que conduce Neil deGrasse Tyson.
Cuando era niño, a Carl lo emocionó la Exposición Universal de 1939. Era una de las ferias que a principios del siglo XX mostraban los más recientes avances tecnológicos y las culturas de países lejanos. Ahí nació su interés por convertirse en científico.
Pero había algo más. En esa exposición los organizadores enterraron una cápsula del tiempo. Juntaron recuerdos y objetos típicos de esos años, y los guardaron en una cápsula que debía mantenerse oculta por muchos años. Cuando la desenterraran, la gente del futuro podría saber un poco más de cómo era la vida de las personas en aquella época.
No lo sabía todavía, pero Carl Sagan iba a crear la cápsula del tiempo más grande y famosa del planeta tierra. Y que iba a reunir una colección de música que aún sigue viajando por el espacio en busca de unos oídos que puedan recibirla.
Tampoco lo sabía Martin Williams, que era uno de los muchos especialistas musicales que el equipo de Carl Sagan consultó a lo largo de esos meses. La meta era reunir en un solo disco, en poco más de hora y media, un selección de la música más representativa de la tierra. Y no sólo eso, también de los sonidos esenciales de nuestro planeta.
La idea es que nada expresa los sentimientos y la diversidad cultural del mundo en el que vivimos mejor que la música. Además, las obras musicales pueden analizarse fácilmente con números, y sabemos bien que las matemáticas son el lenguaje preferido de los científicos.
Pero, ¿a quién iba dirigido ese disco?
» Ilustración: Melina Prado
Una botella al mar espacial
Estamos a mediados de los años setenta, en plena carrera espacial. El hombre ya ha llegado a la luna y los objetivos de la NASA son cada vez más ambiciosos. En los años anteriores, han lanzado cuatro naves espaciales no tripuladas que les ayudaron a desentrañar algunos secretos del sistema solar. Es un proyecto llamado Pioneer (pionero, en inglés). El objetivo ahora era enviar una sonda espacial que rompiera la órbita del sol y saliera a explorar nuestro vecindario galáctico.
Las primeras naves del proyecto Pioneer eran propiamente satélites artificiales. Esto es, aparatos que entran directamente en órbita, ya sea del sol o de alguno de los planetas. Una sonda espacial, en cambio, hace un recorrido más extenso hacia el espacio interestelar, hacia un destino lejano en el cual orbitar o aterrizar.
Para fines de los años sesenta, los técnicos de la NASA empezaron a diseñar la Pioneer 10, la primera sonda que alcanzaría la velocidad suficiente para abandonar el Sistema Solar y explorar nuestro “vecindario”. Esto le permitiría a los científicos obtener imágenes y datos nuevos de los planetas, que hasta ese momento no se podían conseguir con la ayuda de los aparatos más potentes de la tierra.
Pero había una cuestión más. Al terminar su misión, la Pioneer 10 (y la nave siguiente, la Pioneer 11) se convertirían en una “botella al mar”, ya que vagarían por el espacio hasta encontrarse con algún planeta o estrella en millones de años en el futuro. ¿Qué pasaría si algún ser con inteligencia suficiente encuentra la sonda? ¿Era posible enviar en ella un mensaje a los extraterrestres?
El editor de una publicación científica, Eric Burgees y el escritor Richard Hoagland le comentaron a Sagan la idea de incluir un mensaje en la Pioneer. Lo propuso a la NASA y aceptaron de inmediato. Decidieron que sería una placa de aluminio y oro, de 23×15 centímetros, y que iría montada en el exterior de la sonda.
La placa mostraba una serie de signos con datos esenciales de la vida en la tierra: El dibujo de un hombre y una mujer desnudos, comparados con un dibujo de la sonda para mostrar su escala. Un diagrama con varias líneas que parten de un mismo punto (el sol) y que representan los pulsares más significativos de nuestro sistema solar (Esto sería una especie de “dirección espacial” para que otras personas puedan rastrearnos). Por último una representación visual del átomo de hidrógeno, uno de los elementos más comunes de la tierra, y un esquema de los planetas de nuestro sistema solar.
La sonda Pioneer 10 fue lanzada el 2 de marzo de 1972 desde Cabo Cañaveral, en Florida. Durante décadas aportó datos valiosos a los científicos, entre ellas hermosas imágenes del planeta Júpiter. Sus tareas finalizaron en 1997, a medida que se adentraba en el espacio profundo, fuera del sistema solar. El último contacto desde la tierra fue en enero del año 2003.
Su camino seguirá por miles de años.
» Sonda Voyager – Ilustración: NASA
Una nueva cápsula del tiempo
La tarea se estaba convirtiendo en una labor engorrosa. Definir qué canciones son las más representativas de los seres humanos es una tarea que no suele ser común para un grupo de científicos y astrónomos.
-Recuerdo que nos sentábamos alrededor de la mesa de la cocina para tomar estas enormes decisiones acerca de qué poner y qué dejar afuera. No podíamos sino darnos cuenta de la enorme responsabilidad que teníamos al crear un arca de Noé que duraría cientos de millones de años -dijo Ann Druyan, una de las miembros del equipo de Carl Sagan en aquellos años.
La llamada a medianoche a Martin Williams no había sido la única. Consultaron a especialistas de música de todo el mundo. Así aparecían canciones de la India, música de Indonesia, rock n’ roll estadounidense, piezas de Bach y Beethoven y flautas de Perú. El equipo incluso contactó al ex-Beatle John Lennon, que se mostró interesado en aportar material, pero por problemas legales no pudo hacerlo.
¿Qué se traían entre mano estos científicos?
Luego del éxito del Pioneer, la NASA había empezado un nuevo proyecto de exploración. Lo llamaron Voyager (viajero), y su tarea sería estudiar los límites del Sistema Solar. En 1976 le propusieron a Carl que ideara un nuevo mensaje que acompañara a la sonda. Con tan sólo nueve meses de antelación, el equipo trabajó a toda velocidad.
Frank Drake, un astrónomo del equipo (y autor del diseño de púlsares de la sonda Pioneer) propuso que había que enviar un disco fonográfico. Las cintas magnéticas, con las que se también escuchaba música en esos tiempos, eran incapaces de resistir las condiciones del espacio. Además, los científicos pensaron que un disco de vinilo es una tecnología fácil de entender para una inteligencia avanzada. La única diferencia es que había que hacerlo en metal para que resistiera miles de años en el espacio.
Así, los miembros del equipo buscaron el material para crear una cápsula del tiempo intergaláctica, con la idea de guardar una pequeña muestra de lo que era nuestra vida sobre la tierra durante el siglo XX.
-Las posibilidades de que una civilización extraterrestre encuentre a las sondas Voyager en el inmenso vacío del espacio son muy pequeñas, algunos dirían que infinitesimales, pero nosotros tomamos el trabajo muy en serio, -dijo Druyan en algunas entrevistas.
» Disco de oro de la Sonda Voyager. A la izquierda la tapa con las instruciones de funcionamiento. – Foto: NASA
Los sonidos de la tierra
La sonda Voyager 1 se lanzó al espacio el 5 de septiembre de 1977 en Cabo Cañaveral. A lo largo de los años aportó datos útiles a los científicos y tomó imágenes impresionantes de las atmósferas de Júpiter y Saturno. En 1998, la sonda se encontraba a más de 10 mil 400 millones de kilómetros de la tierra, y se preparaba a dejar las fronteras del Sistema Solar.
Hoy, a 40 años de su lanzamiento, este disco nos recuerda que el ser humano tiene la necesidad de preservar su memoria, sus ideas y sentimientos para el futuro. La realidad es que hay una posibilidad muy pequeña de que sea encontrado por seres inteligentes que puedan descifrar su contenido, por eso fue pensado más un como gesto simbólico.
Pero como bien mencionó Carl Sagan en una célebre entrevista: “Mi intuición personal es que no estamos solos en el universo”. Así que todo es posible.
La Voyager lleva el disco resultado de toda la labor del equipo de Sagan en aquellos meses emocionantes entre 1976 y 1977. En la tapa hay un esquema explicando el mecanismo de funcionamiento, así como instrucciones para decodificar una serie de imágenes que incluyeron también entre los surcos. Le llamaron The Sounds of Earth (Los sonidos de la tierra) y es un verdadero playlist de nuestro planeta.
El disco empieza con un mensaje de parte del Secretario de las Naciones Unidas. Después hay una serie de saludos grabados en 55 idiomas. Una de sus partes más curiosas es una colección de grabaciones de ambiente que aportan una visión sonora de nuestro planeta: Lluvia, relámpagos, sonidos de distintos animales, la risa de Carl Sagan, el sonido de un corazón, trenes, autos y otras máquinas.
En la sección musical hay temas populares de Beethoven, Bach, Mozart y Stravinsky, pero también música rock (“Johnny B Goode” de Chuck Berry) y jazz. Además, una selección de música folclórica de todo el mundo. Quizá te sorprenda saber que hay una canción mexicana: “El cascabel”, grabado por Antonio Maciel y las Aguilillas con El Mariachi México de Pepe Villa. También hay una grabación de sikus (flautas de madera) de Perú.
Hoy muchas de estas grabaciones se encuentran disponibles en Internet, en los propios sitios de la NASA o en YouTube. Incluso este año una compañía discográfica lanzó una caja de colección con las grabaciones en un disco de vinilo y un libro con las fotografías y datos del proyecto. A 40 años de su lanzamiento, el Disco de Oro de las Voyager es famoso en todo el mundo.
Pero hay algo más. Antes de lanzar el disco al espacio, Ann Druyan tuvo una idea. Hace tiempo se había sometido a un electroencefalograma, un estudio médico que analiza la actividad cerebral y la plasma en unas gráficas sobre el papel. Al ver los trazos, Ann se preguntó: “¿Por qué no grabar los electroencefalogramas de alguien e incluirlos en el disco?”. Su idea es que era probable que en el futuro los extraterrestres pudieran encontrar esos trazos y decodificar sus pensamientos.
Así, unos días después Ann fue conectada al aparato y empezó a pensar.
Pensó en la historia del mundo, en la evolución de los seres humanos sobre la tierra, en las crisis que afronta la humanidad. Y también sobre la sensación de estar profundamente enamorada.
Los pensamientos de Ann se comprimieron y se codificaron en los surcos del disco en el espacio de un minuto. Dicen que el sonido resultante se asemeja a un petardo en explosión.
La sonda Voyager 1 sigue su camino por el espacio. Dentro de 300 años llegará a la Nube de Oort, un espacio habitado por objetos de hielo y gases de donde provienen muchos cometas. Y tal vez en 400 mil años llegue a la zona de la constelación de Camelopardalis. Pero muchísimo antes antes, en el año 2025, su energía nuclear se agotará y perderemos contacto con ella.
Los pensamientos de Ann y los Sonidos de la Tierra seguirán vagando por el espacio en busca de unos oídos que los puedan escuchar.
Escucha esta historia:
Actividades:
1 – Imagina por un momento que eres Carl Sagan y los científicos del proyecto Voyager. ¿Qué canciones incluirías en un disco para enviar al espacio? ¿Que canciones crees que son las más representativas de tu vida y de tu entorno? Puedes hacer una lista en YouTube o en Spotify.
2 – El cantautor español Ismael Serrano imaginó cómo sería si un grupo de extraterrestres encuentra la sonda Voyager. Y compuso esta canción. Ahora imagina que tú eres el habitante de un planeta lejano. ¿Qué pensarías al escuchar los sonidos de la tierra? (Revisa más arriba en esta nota) ¿Cómo imaginas que es este planeta escuchando sólo el sonido y la música?
Glosario:
Pulsar – Un tipo de estrella que emite radiación de manera constante y rítmica, como en forma de pulso cardiaco.
Playlist – Una lista con canciones en un sitio web.
Disco fonográfico – Un formato de audio antiguo. Son esos discos grandes de vinilo plástico oscuro, que se tocan con una aguja. (¡Ahora se han puesto de moda otra vez!)
Referencias
Poundstone, William. Carl Sagan. Una vida en el espacio. Ediciones AKAL, 2015.
Ciencia Beta. Voyager: Una historia de amor. Sitio web de la NASA.