En los montes de Puebla y Oaxaca, los científicos buscan conservar la diversidad de plantas de agave, y necesitan la ayuda de un pequeño mamífero con alas.
En la línea imaginaria que separa a los estados de Puebla y Oaxaca en México hay un lugar conocido como Reserva de la Biosfera de Tehuacán-Cuicatlán. Aquí alguna vez hubo playas, mar, dinosaurios, selvas y bosques de niebla. Ahora florece un desierto donde viven dos mil 700 especies de plantas, entre ellas cactáceas columnares (Carnegiea gigantea) de 15 metros de altura que forman el bosque de cactus más grande del mundo.
En esta frontera, un grupo de investigadores trabajan para evitar que se extingan los agaves potatorum y marmorata, que se usan para la producción masiva de mezcal. Buscan crear una comunidad donde agaves y otras especies animales y vegetales se reproduzcan sin afectar la naturaleza. Esperan que la vida surja en esos valles a través de un fenómeno llamado facilitación, donde varios organismos pueden convivir y beneficiarse sin causar daño a los otros, tal como era antes de la evolución del ser humano en la tierra.
Alfonso Valiente-Banuet es investigador del Centro de Ciencias de la Complejidad (C3) de la Universidad Nacional Autónoma de México, y uno de los científicos que trabajan en este lugar de montes áridos. Nos cuenta que él y su equipo quieren crear una red de producción de agaves bajo condiciones naturales para que ayuden a vivir a otros organismos, como roedores, plantas pequeñas y murciélagos.
—La milpa (las parcelas de origen azteca donde se siembra maíz, frijol y calabaza) es el mejor ejemplo de generar una comunidad natural. Es el experimento más antiguo de la civilización— dice.
Y nos da el secreto: facilitación. Es el fenómeno de intercambio de vida, donde muchos elementos interaccionan entre sí y son productivos. Es un sistema complejo, como le gusta llamarlo a los científicos del C3.
Valiente-Banuet nos cuenta de otros estudios que han hecho. En ellos encontraron que las plantas que evolucionaron en bosques necesitaban de facilitación para seguir existiendo, ya que viven en un lugar diferente a donde evolucionaron.
—En un espacio abierto hay una planta que evoluciona, y eso favorece el establecimiento de otras. La regeneración de las plantas depende de estas interacciones.
El problema de los agaves que producen mezcal es que muchos se han sacado de su hábitat de forma desmedida. Alfonso piensa que puede ocurrir un desastre como en Tequila, Jalisco, donde se destruyeron alrededor de 110 mil hectáreas de bosque tropical seco para sembrar agave tequilana.
Esta clase de intervenciones rompe toda una cadena de interacción. Los agaves usados para el mezcal primero se relacionan con sus polinizadores que son unos simpáticos murciélagos, que a su vez interactúan con otras especies de cactus. En la reserva, que abarca casi 500 mil hectáreas, hay murciélagos que les encanta comer el fruto de estas plantas y al hacerlo dispersan las semillas en sus viajes nocturnos.
—Nuestra idea es diseño de producción de plantas que sea amigable con el ambiente, que utilice estos abonos verdes. Estamos montando experimentos para saber bajo qué condiciones están creciendo las plantas.
El trabajo de los científicos no es solitario. Tienen que hablar con los campesinos de la región y dar muchas capacitaciones. También han hecho campañas de reforestación, y están tratando de cuidar esta zona, que fue declarada Área Natural Protegida en 1998.
Y es que hace 50 millones de años, Tehuacán era un un valle de matorrales. Luego, hace 25 mil años un bosque de pino y los últimos 3 mil años se fue convirtiendo en lo que es ahora: un lugar semi-árido donde abundan restos de fósiles y ecos de otros tiempos.
En la Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán viven estos animales:
Peces: 14 especies.
Anfibios: 28 especies.
Reptiles: 83 especies, 20 endémicas (que sólo viven en ese lugar).
Aves: 338 especies, 5 endémicas.
Mamíferos: 102 especies, 11 endémicas.
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